Entramos en el universo del ilustrador y diseñador Pablo Benito para saber más de sus espacios de ensueño a todo color
Seguro que más de una y de dos disfrutamos imaginando espacios y nos gustaría pisar construcciones emblemáticas, como las que llenan las redes o las que reinterpreta PeBe. El ilustrador y diseñador Pablo Benito es el autor del proyecto ‘Real Clubs’, y la versión de Razzmatazz de noche que sacó en el momento álgido de la pandemia, nos tocó la fibra. Charlamos con uno de los artistas de la familia OMG BCN, un creador que reivindica la arquitectura como viaje.
PeBe de incógnito.
¿Quién es PeBe?
Cuando entré en la universidad quería ser DJ –mi hermano llevaba mucho tiempo pinchando y ha sido un referente en la parte musical-, luego tuve un momento amor-odio con el diseño gráfico, y al final encontré mi nicho en la ilustración. Hay muchos trabajos que son encargos, pero tengo libertad creativa en los proyectos propios, y la parte de DJ me llena el alma. Me agobia pensar que voy a ser siempre lo mismo… después de tanto tiempo encerrados en la ciudad, también he fantaseado con ser pagès, aunque soy muy urbanita.
La arquitectura es una de las ‘marcas’ de tu trabajo. Primero eran inanimadas, planas, y cada vez has introducido más matices espaciales, más vida. ¿De dónde surge este interés y cómo ha evolucionado?
Siempre me han llamado la intención los espacios, casi desde un punto de vista antropológico y social más que estético. Me interesan los materiales con los que está hecho un interior, lo que sientes cuando estás en un espacio, a nivel perceptivo. De los clubes me sorprendía cómo cambian y como cambias tú en función de la luz, si es un zulo, si tiene terraza… eso me llevó a hacer las fachadas de clubes. Luego quise capturar los arquitectos que me gustaban, cada vez con más detalles como sombras, puntos de fuga, luz. Ahora mi obsesión son los espacios inventados [la colección Horizonts] y me veo más capacitado para introducir la naturaleza y los seres vivos. Durante el confinamiento también empecé a imaginar cómo interactuaría con algunas casas: el dibujo de espacios te ayuda a viajar, es como si estuvieras allí, aunque sin moverte de tu salón.
Proyecto Insomnia y Stay at Mies.
Otro de los aspectos más llamativos de tu trabajo es el color.
Sí, el color es quizá la parte que más me representa, y la luz, las sombras y la composición. Pero precisamente con el color siempre me entran muchas dudas. Cambias de color y cambia el momento de la ilustración: de la mañana al anochecer, o según la luz puede ser invierno, verano o primavera. Todos los proyectos los tengo en cuatro vertientes. Me gustaría ser más oscuro, seguir el camino iniciado con proyecto Insomnia.
Volviendo a tus edificios, ¿tienes alguna predilección arquitectónica?
En cada proyecto he buscado un nuevo aprendizaje. Los primeros proyectos fueron las fachadas de clubs y lo que yo conocía de Barcelona, me llamó la atención el modernismo, aunque no quería vincularme o asociarme al objeto ‘guiri’. También he retratado las Case Study Houses americanas. Con la serie que me encargaron sobre Londres, llegué al constructivismo, el brutalismo, el racionalismo soviético y el art déco. Recientemente hice un viaje a Armenia y me quedé flipado con los monumentos soviets. Lo último: me he metido a explorar el land art, a medio camino entre la arquitectura útil hecha con materiales como el barro y la madera, y las composiciones abstractas. Nos creemos que todo lo que hacemos es nuevo, pero fácilmente lo encontramos en referentes de hace 2.000 años.
¿Nos puedes contar nuevos proyectos?
Tengo un trabajo entre manos sobre las ciudades del futuro, un proyecto para un supermercado inglés que trabaja con robots superinteligentes y reivindica una compra inteligente. He ido un paso más allá a nivel técnico, y he dado vida a los robots. Otros trabajos recientes son un póster para Casa Seat y la cubierta de disco de Joan Bibiloni. En cuanto a mis proyectos personales, estoy a punto de sacar una nueva obra de la serie ‘Real Clubs‘, la Haçienda de Manchester. Las series las dejo inacabadas: quiero que los proyectos Horizonts y Houses evolucionen conmigo.
Trabajas en digital, pero también te tienta lo manual. Háblanos del proceso creativo.
Me apasiona el concepto, y la parte que no se ve es muy importante. Con el póster para Casa Seat, por ejemplo, volví a pasear por el barrio de Gracia, fijándome en monumentos, en fuentes… En cuanto al dibujo soy impaciente, hago algo rápido, pero vuelvo a empezar. Y a veces me cuesta separarme del ojo del diseñador. Lo que quiero hacer ahora es descubrir nuevas técnicas, como la serigrafía en pósteres, trabajar las tramas, acercarme más a lo manual y aprender. Hay puntos donde el digital no llega.
Nos cuentas que recurres a los libros como fuente de inspiración.
Sí, tengo muchos libros de arquitectura y el conocimiento de diferentes espacios y técnicas me ayuda a desarrollar mi mundo. Os recomiendo el libro ‘Habiter la terre’, de Jean Dethier (Ed. Flammarion) y ‘Construir y habitar. Ética para la ciudad’, de Richard Sennett (Ed. Anagrama), sobre cómo se replantearon las ciudades de París, Nueva York y Barcelona a finales del siglo XIX, un tema que vuelve a ser actual a raíz de la Covid, la polución y el turismo. También tengo y consulto libros sobre la cultura de clubs, como ‘Mute: A Visual document: from 1978-tomorrow’.
En un mundo tan visual y saturado de imágenes, ¿de qué te rodeas en tu casa?
En mi casa tengo ilustraciones, pero me canso como me canso de mis obras; además, me he cambiado de casa muchas veces y he aprendido a desvincularme de los objetos, aunque mi equipo de música y mis vinilos me acompañan siempre. También el peluche de gato de Vinçon que me regalaron de crío; está sin ojos, ni orejas, pero me muero si me quedo sin él. Sigo un poco el principio del art déco, algo que reivindicaba también Tamara de Lempicka de romper con lo anterior y hacer tu espacio como te dé la gana.